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Marik miró el lugar en el que se encontraba, parecía igual de viejo y maravilloso que siempre, pero dejó de mirar la inmensa sala en la que se encontraba para mirar hacia la antigua caja que había encontrado.

La caja de metal había vivivdo mejores días, su óxido así lo demostraba, miró el diseño, buscando algún indicador que le dijese la época exacta o la función que cumplía dentro del complejo.

Frustrado, cogió una vieja barra de metal y golpeó la caja de superior oxidado, quedando maravillado al ver lo que se encontraba frente a él.

Pero no pudo disfrutar muho tiempo de ello, puesto que escuchó a sus espaldas el horrendo siseo de una araña de fusión, odiaba a esos bichos, casi tan grandes como un perro de caza, eran capaces de comerse a dos como él solas. Desenfundó su pistola, con la que, a la par que metía en su mochila su mas reciente adquisición.

Miró que no se dejaba nada, después de todo, tras haber visto a los chicos de ese cabrón de Dymas, toda precaución era poca, y cualquier rastro podría conducir a la muerte.

Escuchó el siseo mas cerca, tras lo que, tragando saliva, miró hacia arriba, viendo que la bestia que lo obligaba huir ya estaba junto a él.

-Hola amiguita.-Dijo de forma tranquila mientras, sin perder de vista al animal, retrocedía hacia la salida.-No te muevas, no te muevas, no te.....-Dijo, callando cuando el arácnido volvió a emitir alarmante sonido, antes de caer al suelo de forma amenazante.

Entonces varios disparos surgieron de la boca de la pistola de Marik, tres fallaron, otro le partió una pata a la criatura, que comenzó a cargar, pero se detuvo cuando los dos últimos impactaron en el abdomen y la cabeza respectivamente. Entonces pudo suspirar, para, mirando su casi descargada arma, escupir sobre la bestia que, aunque muerta, seguía teniendo amenazadores espasmos.

Abandonó la sala, maldiciendo a un animal que le había hecho gastar balas de verdad y no esas mierdas que hacían en las armerías de los asentamientos.

Subió por unas escaleras en cuyo rellano todavía era legible un número que comenzaba por 1, Marik pensó por un momento que podía ser un piso diez, o uno cien, o incluso uno mil, despues de todo, los Antiguos eran según los monjes unos seres increiblemente inteligentes y avanzados, aunque eso siempre lo había asustado.

Dejó esos pensamientos de lado cuando vio una puerta que no había percibido antes, la miró detenidamente, tenía algo escrito con letres ilegibles, que denotaban en esa entrada una autoridad de aspecto antiguo, que, una vez abierta de golpe por el buscador, parecía haberse desvanecido. 

El interior era extrañamente acogedor, quizá fuese por el agujero del tamaño de su cabeza que había en la pared, bajo el cual había un esqueleto que lucía ropas simples casi descompuestas, al igual que su bata, en la que estaba una identificación de plástico que había comenzado a deteriorarse.

Dr. Lorens Stain.

Miró al doctor y lo qe le rodeaba, para ver lo que parecía ser una pistola avanzada en su mano derecha, auque concordaba con el agujero de bala en la sien izquierda de su utilitario, Marik cogió el arma, desprendiendo de un ferte tirón una falange junto al artefacto.

-Una Magnum M290a.......parece que te gustaban las armas decentes, ¿Verdad.....?-Preguuntó el buscador mientras veía como encima de la mesa estabaalgo mejor incluso que el holoproyector que había en la caja de antes.

Una unidad de memoria aparentemente intacta.

La tomó y abandonó la sala, sabiendo que si inspecionaba el lugar y acababa con demasiados artefactos, llamaría la atención de todos los buscadores de la región hacia esa mina de artefactos.

Abandonó las ruinas a paso ligero, mientras sentía como su gabardina algo roída hondeaba al viento que entraba por la entrada desde la que accedió a ese lugar en terrado dentro de ese pequeño bosque que limitaba con la Sabana del sureste.


Caminaba por el bosque, recordando el camino por el que vino hacía un par de días desde Salus, la ciudad de chabolas de hierro y pequeñas casas formadas con refuerzons metálicos unidos malamente a las antiguas edificiaciones que forman los edificios importantes.

Era un lugar de mala muerte, como casi todos los asentamientos.

Paró en seco al escuchar el ruido de las risas de ebria euforia que se escuchaban a lo lejos, donde el bosque daba paso a la sabana.

Se acercó un poco, para poder ver un campamento montado malamente, en el que se veía un vehículo alargado preparado para el duro clima del desierto, montado y reparado innumerables veces con piezas de chapa y metal unidas pobremente, en el lateral lucía un símbolo de aspecto tribal.

Era una banda de saqueadores.

-Pareec que el dinero nos llega solo.-Dijo una voz molesta a su lado, viendo como un hombre vestido con ropas lijeras y de aspecto cómodo le apuntaba con una espada algo oxidada.-¡Tíos, hay un capullo!

Y el caos comenzó, Marik huyó, desenfundando otra vez su pistola junto a la que le quitó al Dr. Stein y que estaba deseoso de probar, disparó a ciegas, dando mas a los árboles y al aire que a algo a lo que mereciera la pena atacar, hasta que giró hacia la derecha al pasar junto a un grueso arbol, desde el que disparó un par de veces con la magnum matando a uno de los piratas, el desarrapado de la espada, y a otro, que portaba simples protecciones de cuero, al que hirió en el estómago.

Sonrió con confianza, hasta que vio como una burda esfera metálica con una mecha encendida rodó junto a sus pies, la sonrisa desapareció de sus labios mientras corría para escapar de la explosión, corriendo sin mirar a otro lado que no fuese atrás, viendo como esa mecha se consumía, hasta que estalló, catapultándolo hasta el suelo, provocando que cayera por una pendiente que parecía no tener fin, cerró los ojos y confió en que hubiera un arbusto blandito al fondo.


Marik se despertó mareado, viendo como el mundo en torno a él daba vueltas, confundiéndolo, se levantó, para sentir como su brazo izquierdo le fallaba, lo miró para ver como la manga llena de pequeños cortes y rasguños, había perdido su color arena y se tornaba color carmesí.

-Mierda, lo que me faltaba.-Dijo mientras miraba a su alrededor, viendo como a unos pocos pasos estaban su mochila y la pistola avanzada que acababa de encontrar horas atrás, ya que su vieja y fieable compañera estaba a pocos centímetros de él.

Se levantó nuevamente, sintiendo el dolor en cada músculo que tenía que trabajar para hacerlo.

Tomó sus armas y equpo y se marchó, si tenía que tratarse sería en un lugar mas seguro que ese.


Caminó por lo que para él fueron horas hasta que el dolor y el agotamiento le vencieron, arrojándolo al suelo y haciéndole perder casi por completo el conocimiento.

-Este es el doctor Lorens Stain, encargado de esta instalación perteneciente a la Coalición de Naciones No Alineadas............Estamos en una sit..........ave, la verdad es que tenemos problemas para comunicarnos con el Mando....tral, mi teoría es que la radiación desconocida, bautizada como Ondas.......tagénicas eestá teniendo efectos extraños en el planeta.................Estoy recopilando tod lo que creo que puede ser útil por si no salgo de aquí y alguien encuentra el lugar.............-Decía una voz errática inundada de estática, que hizo a Marik retomar su concienca a tiempo de ver como un joven jugeteaba con el holoproyector, que mostraba la imagen en movimiento de lo que debió ser el desdichado Stain en vida, aunque era algo mas blanquecino de lo que debía haber sido en vida.

-Suelta eso.-Dijo el buscador mientras se incorporaba, asustando al niño, de poco mas de catorce o quince años, vestía una ropa simple y algo estropeada, bajo la que se podía ver un cuchillo corto y desgastado.-Vale mas que la vida de toda tu familia.-Concluyó mientras se lo arrebataba al muchacho de las manos, para ver tras él el resto de sus posesiones, incluidas sus armas, que parecían haber estado intactas.

-De nada.-Dijo con un tono mezquino, señalando al brazo izquierdo del hombre, que estaba vendado malamente, pero lo suficientemente bien como para cerrar la hemorragea.

Un semiincómodo silencio se hizo mientras el hombre recuperaba su equipo y armas, que enfundó para poder así tomar su mochila.

-¿Eres de Salus?-Preguntó el buscador, casi alegrándose al ver que el joven asentía.-Bien, si me llevas hasta allí te compraré un cuchillo de combate como los de los cazadores por haberme ayudado,¿Vale?-Preguntó con un tono algo mas simpático, sabiendo que asi mataría varios pájaros de un tiro.


Ambos caminaron por un sendero tranquilo, en el que los rayos de sol se filtraban desde las copas de los árboles, para acabar en el suelo, generando un efecto de belleza natural impresionante.

-Parece que te has alejado mucho de tu asentamiento.-Comentó Marik mientras sorteaba un tronco caído.

-Si, estaba buscando piezas valiosas.-Dijo con un tono de leve orgullo.

-¿Valiosas?

-Si, como la que tenías y que hizo aparecer a una persona pequeñita que decía cosas raras.-Contestó el niño, se notaba que los asentamientos como Salus no habían llegado tan siquiera al nivel de enseñanza elemental mas allá de las enseñanzas necesarias para seguir con los trabajos de la zona, como herreros o agricultores.


Llegaron a un camino de ierra en el que se notaba que había caminado mucha gente, y que se seguía haciendo, a judgar por unas huellas de aspecto reciente, sin duda pertenecientes a viajeros o mercaderes.

Caminaron durante unos minutos por el camino terroso hasta que pudieron vislumbrar Salus, un asentamiento inmenso, en el que dificilmente se podían contar el número de chabolas de chatarra o de restos mal construidos, tras los que se podían ver los edificios mas altos, construidos sin duda a partir de lo que quedaba de edificios mas antiguos, del mas alto sobresalía un poste metálico  que mostraba una bandera blanca con una estrella de cinco puntas negra dentro de un círculo del mismo color.

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